viernes, 11 de septiembre de 2015

14 Años del S-11

El 11 de septiembre de 2001 marcó un antes y un después en la Historia. Ese día, diecinueve terroristas suicidas de la organización terrorista Al Qaeda secuestraron cuatro aviones en EE UU y los estrellaron, en su mayoría, contra objetivos civiles. El balance de víctimas fue de 3.016 muertos (incluyendo los atacantes), 24 desaparecidos y más de 6.000 heridos, muchos de los cuales aún sufren secuelas.

Los ataques más mortales destruyeron las Torres Gemelas de Nueva York –el World Trade Center–, contra las que se dirigieron sendas aeronaves, provocando el derrumbe de los rascacielos y el mayor número de víctimas. Un tercer avión tuvo como objetivo el Pentágono y un cuarto cayó antes de llegar a su meta –posiblemente, el edificio del Congreso de EE UU– debido a la acción del pasaje, que se rebeló contra los secuestradores al percatarse de sus intenciones. Nunca antes en su Historia el país había sufrido un ataque de tal envergadura, puesto que la mayor parte de las víctimas fueron civiles.

Los motivos aducidos por Al Qaeda fueron los ya conocidos del mundo islamista radical: el apoyo norteamericano a Israel, la invasión de Irak y en general toda su política exterior en Oriente Próximo, a la que acusaban de contraria a los principios del Islam. Los diecinueve terroristas eran casi todos saudíes (había un libanés, un egipcio y dos de los Emiratos Árabes Unidos) y sus edades oscilaban entre los 20 y los 33 años. Varios vivían en Europa y en los años precedentes habían ido radicalizando su personalidad, llegando algunos a luchar en Chechenia contra los rusos y a entrenarse en los campos de Al Qaeda en Afganistán. Cuatro de los radicales eran universitarios, sabían inglés y eran candidatos perfectos para obtener la licencia de piloto (tres de ellos la sacaron poco antes en Florida) y conseguir el visado de entrada en EE UU: eran los pertenecientes a la llamada “célula de Hamburgo”. Por todo esto, los líderes de la organización les indicaron que mejor que ir a hacer la guerra santa a Chechenia era prepararse para una misión más importante, que debía atacar el corazón del poder político y económico del enemigo. De esta manera se conformaron dos grupos, el de los pilotos y el de los secuestradores. Estos últimos, que en su mayoría no hablaban inglés ni tenían estudios, fueron entrenados simplemente en el manejo de las armas blancas, pues su misión era amenazar y matar a los auxiliares de vuelo para lograr apoderarse del avión, que inmediatamente sería entregado al piloto. En cada aparato viajarían cinco terroristas, menos en uno en el que irían cuatro. Dos meses antes del 11-S, todos los terroristas estaban ya en EE UU, y un mes después recibieron el mensaje en clave que les ordenaba activar el atentado: “El trimestre comienza en cuatro semanas. Hemos elegido la Facultad de Bellas Artes, Economía y Políticas”.

Los cerebros de la conspiración eran tres. El primero, Jalid Sheij Mohamed, nacido en Pakistán y actualmente preso en Guantánamo, había estudiado ingeniería en EE UU y trabajó después en Japón y Qatar. De él fue la idea de los atentados, que ya había planteado a Al Qaeda en 1997, aunque de modo más ambicioso. Pretendía secuestrar nada menos que 10 aviones, estrellar 9 y organizar una rueda de prensa durante la cual haría explotar el último, en directo y ante todos los medios. Bin Laden aceptó finalmente el proyecto, pero utilizando sólo cuatro aviones. Jalid ya había dirigido el atentado contra las Torres Gemelas de 1993, que pretendía también su derrumbe. Para ello utilizó un camión con 680 kilos de explosivos, que provocaron seis muertos. Más tarde organizó, entre otros, el ataque contra los turistas en Bali, que causó otros 202. Fue capturado por la CIA en marzo de 2003 en Pakistán.

Un adinerado saudí
El segundo era el yemení Ramzi bin al Shinbh. Miembro del grupo de Hamburgo, estaba destinado a ser uno de los pilotos suicidas, pero su solicitud de visado fue rechazada, por lo que se dedicó a labores de enlace en Europa, reclutando activistas y reuniéndose con Jalid y Bin Laden. En julio de 2001 mantuvo en Tarragona la última reunión preparatoria con el jefe de los cuatro pilotos suicidas, el egipcio Mohamed Atta, que también pertenecía al grupo de Hamburgo. Ramzi fue capturado en 2002 por la CIA también en Pakistán y está, igualmente, preso en Guantánamo.

Pero el más famoso de todos y financiador del atentado fue Osama bin Laden, originario de Arabia Saudí y dueño de una importante fortuna. Cuando la URSS invadió Afganistán en 1980, se unió a la lucha de los talibanes (estudiantes islámicos), siendo financiado y entrenado por EE UU. En 1989, tras la derrota soviética, volvió a su país pero entró en conflicto con las autoridades, porque permitían en su suelo bases americanas y apoyaban el ataque contra Irak. Por entonces fue cuando fundó Al Qaeda; luego huyó a Sudán, donde abrió campos de entrenamiento terroristas, y finalmente, en 1996, pasó a residir en Afganistán. Desde allí comenzó a preparar y financiar diversos ataques, preferentemente contra objetivos estadounidenses, como los perpetrados en las embajadas en Kenia y Tanzania, que costaron la vida a 224 personas. Desde su nuevo país de adopción, fue dictando decretos religiosos (fatwas) en los que declaraba la guerra a EE UU.

El objetivo principal de Bin Laden era lograr un enfrentamiento general entre los Estados árabes y el gobierno norteamericano, de modo que se lograse la creación de un único Estado musulmán, el Califato, en el que la ley islámica regiría en todos los ámbitos sociales.

Como respuesta al ataque del 11-S, los estadounidenses pidieron a Afganistán la entrega inmediata de Bin Laden. Ante su negativa, encabezaron una invasión en octubre de ese mismo año que depuso al régimen talibán. El líder de Al Qaeda logró escapar y seguir dirigiendo la red terrorista que, desde entonces, ha perpetrado decenas de atentados en todo el mundo, como el del 11 de marzo de 2004 en Madrid. En mayo de 2011, Bin Laden fue capturado y asesinado por las fuerzas especiales de EE UU en Pakistán. Sin embargo, el terrorismo islamista radical persiste y hoy en día supone el primer riesgo para la seguridad en todo el planeta.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario