¿Tu viejo perro parece no reconocerte? ¿Se pierde en lugares familiares? ¿Deambula sin objetivo, se muestra inquieto de noche y duerme más de día, está irritable y responde menos a los estímulos? Quizá padezca demencia, un mal que, como sucede en las personas, afecta a muchos de estos animales en sus últimos años de vida.
Los especialistas estiman que en Europa hay unos 15 millones de perros viejos (se considera así a los mayores de 7 años, aunque la entrada en la ancianidad varía según las razas: las de mayor tamaño se “estropean” antes), y unos 30 millones en EE. UU. La mejora en los cuidados y los avances veterinarios están ampliando la esperanza de vida canina, y con ella el número de ejemplares que presentan síndrome de disfunción cognitiva (CDS, por sus siglas en inglés): lo sufren el 28 % de los perros que tienen entre 11 y 12 años, y el 68 % de los que se hallan entre los 15 y los 16.
Este deterioro suele ser progresivo, y las pruebas demuestran que cuanto antes se detecte, mejor tratamiento tiene. Para conseguir diagnósticos más tempranos y precisos, un equipo de veterinarios y científicos checos y eslovacos ha estudiado a 215 perros de entre 8 y 16,5 años de edad que presentaban síntomas de CDS. El objetivo era desarrollar pruebas que permitan estimar el grado de demencia de los animales y la velocidad de su progreso.
Estos expertos elaboraron una batería de preguntas para los dueños de los perros analizados; luego observaron la respuesta de los animales a diversas órdenes, y su forma de relacionarse con sus amos, los extraños y otros ejemplares de su especie. Con este material, han elaborado un test que ayudará a los veterinarios a diagnosticar el mal y desarrollar terapias y fármacos adecuados para cada estadio de la enfermedad.
La investigación, publicada en la revista Applied Animal Behaviour Science, ha deparado algunas sorpresas: según sus autores, esta dolencia, que suele comenzar en los canes con pequeños problemas de comportamiento social y alteraciones en el sueño, progresa con mucha mayor velocidad en los perros que en los humanos: un 24 % de los ejemplares pasaron de sufrir un deterioro leve a otro mediano en solo seis meses, una evolución cinco veces más rápida que en las personas.
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