jueves, 1 de septiembre de 2016

Juan Gabriel jamás morira

Juan Gabriel fue un músico con un don enorme que supo tocar las fibras más profundas de millones, incluyendo a muchísimos de sus colegas músicos que le decían maestro.


Hubo una época, no muy lejana, en la que una buena fiesta, de esas que terminan en la madrugada, no podía faltar la música de Juan Gabriel. La gente lo daba por hecho: comida, bebida y Juan Gabriel, sin excepción.

Ese jovencito que se dio a conocer en los años 70, con camisas desabotonadas, pantalones acampanados, sin “dinero ni nada que dar”, era bien parecido pero nada excepcional. Con el cabello oscuro y la piel morena, era sencillamente un mexicano más, casi tirando a lo corriente.

Muchas de las veces lo dieron por muerto, pero el supo manejarlo con su humor que lo caracterizaba.

Juan Gabriel escribió unas 1.500 canciones. Algunas muy sencillas, simplonas incluso, como “Buenos días Señor Sol”, que parece sacada de un jardín de infancia. Pero también estaban las tonadas tristes (“Hasta que te conocí”, “Amor eterno”, “Abrázame muy fuerte”) y sobre todo las rancheras (“Te voy a olvidar, “Quisiera saber”, “Se me olvidó otra vez”, “Juro que no volveré”), que provocaban dolor y placer por igual, al grado de estar reservadas como un veneno infalible para cuando uno quisiera llorar y cantar a grito tendido, sin importar si se era hombre o mujer. Porque el dolor en el corazón se siente igual para todos.

Como escribió Juan Gabriel en una de sus piezas: “Me gusta cantar y cantar y hacer canciones que hablen de amor para enamorados, tristes y alegres que hablen siempre con la verdad”.

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