jueves, 19 de mayo de 2016

Aduana del Pulque. Garita de Peralvillo

Las garitas fueron edificaciones repartidas en lo que se consideraba entonces los límites de la Ciudad de México.

También llamada Aduana de Peralvillo o del Pulque, es la única de las garitas que sobrevive en buenas condiciones como edificio. Dada la rentabilidad que producía por el alto nivel de consumo, el pulque fue monopolizado por la Corona Española, por lo que su distribución y venta fue regulado por las autoridades reales, siendo la única bebida alcohólica americana que contó con dichos controles.

La garita de Peralvillo, ubicada cerca del templo de Santiago Tlatelolco y hoy entre las calles Paseo de la Reforma norte y Goroztiza, contó con personal administrativo que cobraba impuestos por los barriles provenientes de las haciendas magueyeras de los actuales estados de Hidalgo y México.

Durante la intervención estadounidense, la garita permaneció resguardada por un batallón de infantería que no presentó combate ante los estadounidenses, a diferencia de la Garita de Belén, San Cosme o La Viga, que fueron las garitas en los que se presentaron acciones de guerra.

Declarado monumemnto nacional en 1931, conserva la fachada barroca original del siglo XVIII, aunque el resto del edificio ha sido modificado y restaurado con el paso de los siglos. La última gran intervención fue en los años sesenta, con las obras de prolongación de Paseo de la Reforma norte con lo que se perdió la parte poniente del edificio.

Fue sede de la escuela Gabriela Mistral, periodo en el que dada la corriente del muralismo, fueron pintadas obras en su interior. Actualmente es el Museo Indígena de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

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